Ecología real

Creo que hay algo realmente armónico en acompasarnos, como seres humanos, con la naturaleza. Y no me refiero solo a cuidar la Tierra como lo que es: nuestra casa común.

Amamos la vida. Por naturaleza estamos abiertos a la vida y a la creación. Lo procesado, lo artificioso, no nos maravilla tanto como la majestuosidad de la naturaleza.

Nos encanta lo natural, lo ecológico y lo que es cercano. En definitiva, lo que es real, lo que más se acerca a nuestra naturaleza.

Sin embargo, tengo la sensación de que en muchas ocasiones el mundo nos invita a manipular esta naturaleza, que tanto alabamos, bajo intereses caprichosos.

Todos preferimos lo natural a lo artificial pero sin embargo el mundo no invita a tener relaciones en una esfera estable donde la realidad milagrosa de la fecundidad en la relación sexual entre un hombre y una mujer sea libre, natural y motivo de alegría.
Muchos eliminan ese hecho natural de la relación sexual por capricho egoísta (abanderados con la idea de responsabilidad) e incluso muchos se atreven a matar al ser humano fruto de ese acto que es fecundo en sí mismo, porque el mundo te dice que eso no es anti-natural.

Estamos artificializando nuestras relaciones, especialmente las relaciones sexuales. Y, como no puede ser de otro modo, esa artificialidad en nuestras relaciones personales (y, en concreto, sexuales) nos van dañando poco a poco. Creando heridas difíciles de cicatrizar que se manifiestan en corazones incapaces de amar.

Nos venden los anticonceptivos y los “juguetes” sexuales como algo bueno y beneficioso para nuestra salud pero si le das una vuelta, y pones algo de sentido común, te das cuenta de que pocas cosas hieren más y de una forma tan sutil lo más humano que tenemos: nuestra capacidad de amar. La única cosa que realmente nos hace libres.

Me gusta lo natural, me gusta lo cercano, me gusta lo verdadero, me gusta ir a las raíces y me gusta ir a lo verdaderamente humano.
Me gusta el ecologismo aplicado a la humanidad entera y no solo a los vegetales o animales.

Si el ecologismo es en función de unos intereses particulares y egoístas (por el propio placer o por una simple moda), entonces me niego a serlo. 

Si soy fan de lo natural, lo soy para todo, especialmente en lo humano.

Me da la sensación que solo de ese modo lograremos una ecología integral, verdadera y que contribuya de verdad a lograr que los humanos seamos más humanos.


Carla Restoy

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