Que vea, que sea

Que vea y que sea.


Cada vez tengo más la conciencia de que nada de lo que hacemos es indiferente. De que cada acción u omisión nos edifica o nos destruye.
O nos hace más nosotros o nos hace más anónimos. No me refiero tanto a que si el hacer algo nos acerca o aleja de nuestras metas o propósitos sino que en cada cosa que hacemos o dejamos de hacer nos acercamos o nos alejamos más a lo que en verdad debemos ser.

Pensaba estos días mucho sobre mi identidad y la belleza de descubrir que tengo una configuración que me habla de quién soy. Una esencia que de forma misteriosa se me va revelando en mis situaciones más cotidianas y casi siempre a través de las reacciones de mi corazón. Al leerlas bien tenemos como pequeños despertares y esa buena lectura tiene que ver con mi mirada hacia la realidad.

Por eso a mí me ayuda mucho parar para tomar conciencia, para coger aire, para centrar el foco y ser presente, para ver a casi cada acción que estoy a punto de hacer si eso me edificará o no y redirigir a tiempo. A veces es contar hasta 3, otras mirar a los ojos a quien tienes delante. En ocasiones es dar un paseo solo, sin música, otras veces es ver un atardecer o un cielo estrellado. Muchas veces es compartir con un buen amigo y en lo importante siempre es contarle a Él y escucharle con sinceridad.

Dejarse llevar es maravilloso sí, sin embargo me doy cuenta de que cuando coges inercia en hacer lo que es bueno de verdad aprendes a dejarte llevar de forma muy libre y ligera hacia lo que te edifica… y ese dejarse llevar es la pera porque no solo disfrutas viviendo tu vida sino que al ir alineado con tu corazón y tu verdad te construye maravillosamente. No hace falta mucha teoría sino saber leer cada realidad desde su verdad.

Todo es cuestión de hábitos y cuando te enamoras de vivir eligiendo en lo más concreto lo bueno, bello y verdadero la vida es la leche.

Es una gozada vivir con esa paz, libertad y ligereza… Rodearse de personas que te hacen enamorarte de lo bueno de la vida es Vivir en mayúsculas. El bien hace feliz a pesar de nuestras heridas y limitaciones y no es difícil encapricharse de él.



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