Toda la humanidad en una taza de café

Café con leche, muy muy corto, de máquina, con espuma y doble de azúcar. Que no queme y en taza, por favor.

¿Os habéis puesto a pensar alguna vez la de gente que hay detrás de vuestro café?

Sí, detrás de ese café con leche que os ha servido la camarera que os ha dado los buenos días a pesar de tu cara de mala leche de acabado de despertar.

Detrás de esa camarera está un visionario. Él, que decidió abrir la cafetería en este lugar estratégico.
Esta cafetería donde te sirven el café en magníficas tazas de porcelana china que compró con ilusión el citado emprendedor al proveedor mayorista. Tazas que llevan una gran tecnología, un vaso con asa que alguien oriental, probablemente, e ingenioso inventó para no quemarse. Tazas de porcelana porque a un loco se le ocurrió meter barro a cocer. Y, ¿que hay de la cuchara (o cucharita)? Ya en el paleolítico estaban.


¿Lo pides que no queme tú también? Porque incluso a quien le gusta hirviendo puede pedirlo por esa máquina con vapor a presión.

Me gusta el café con leche de buena mañana. Leche que viene en botella de plástico (¡plástico!) o de cristal en ocasiones. Alguien decidió que con el petróleo se podía hacer un recipiente más cómodo de transportar que si se seguia usando metal o cristal.


Leche que si quieres puede no tener lactosa o puede ser desnatada ¡e incluso semi-desnata! Leche que viene de la vaca... que la muñe un ramadero (espero, no me gusta la idea de que sea una máquina pero incluso para hacer posible esto ha habido mentes pensantes) ¿A quién quiero engañar? Ha sido una máquina, si no, mi café no valdría menos de 2€.

Y luego está el café, ¡Gracias Etíopes! ¡Y gracias colonos por traer más variedades! El café... fruto de un grano que alguien decidió moler en algún momento... Y que se hizo tan popular en Europa que grandes comerciantes pensaron modos de producirlo de la manera más eficiente y menos costosa posible. Sin dejar de lograr ese maravilloso café tostado con su suave aroma a buenos días. Comerciantes que fomentaron la aparición de esas cafeteras cada vez más sofisticadas y que fueron mejorándose con la aparición de las nuevas posibilidades del metal gracias a la máquina de vapor.

Y... ¡ay! el azúcar blanco refinado... ¿Cómo podríamos endulzar nuestras mañanas sin ese hijo de la caña de azúcar, de los experimentadores de la India y de Napoleón...? Se sirve en sobres de papel o de plástico individuales con dosis recomendadas que nunca nadie respeta. Sobres que a veces te regalan una sonrisa con frases ingeniosas que alguien ha pensado y otro ha transcrito.


Son las 10am, me voy que ya llego tarde. 

Y si te manchas no te preocupes, alguien también lo pensó y alguien también trabaja para que tengas a tu alcance una servilleta.

Toda la humanidad está metida en una taza de café. ¿Cuántas cabezas, manos y corazones han trabajado para que yo pueda disfrutarlo?

No puedo tomarme este café y no hacer nada con él. Tiene que revolucionar y activar no solo mi mente sino todo mi ser para hacer lo mejor que pueda todo lo que tengo que hacer. 

Que menos después de tanto trabajo aportado solo para que yo disfrute de mi café con leche, muy muy corto, de máquina, con espuma, doble de azúcar, que no queme y en taza.

Hoy el café me ha despertado el doble.


Carla Restoy

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