Te quiero todo
Hace tiempo que le doy vueltas al querer… quizá porque me cuesta hacerlo… porque mi corazón a veces sigue siendo un poco de piedra.
Hace un tiempo, en una charla, el ponente nos comentaba que el amor o era total o no era amor. Nos decía que no se puede amar mucho o poco. Que o se ama de manera total o no se está amando de verdad, se está amando mal.
Le di varias vueltas a eso durante semanas y lo vi claro.
El “querer mucho”, el querer con gradación, no es fiable. Estamos hechos para amar y ser amados y solo si amamos totalmente y si somos amados totalmente seremos felices. El amor o lo es todo o no es. O es perfecto o no es.
Creo que no hay mejor ejemplo de amor que el que tiene una buena madre a sus hijos. Una buena madre no “quiere mucho” a sus hijos, una buena madre les quiere totalmente, les quiere todo, les quiere y ya. Sin excusas, sin gradación. Porque una buena madre ama a sus hijos en su totalidad, por quienes son: criaturas dignas de amor. Y hagan lo que hagan, eso no cambiará. Una buena madre no quiere por interés o en función de si su hijo se porta mal o bien. Obviamente, no estará contenta si su hijo se porta mal pero nunca dejara de quererle, haga lo que haga. Una madre comprende, justifica. Una madre no quiere mucho, una madre quiere y ya.
Amar no es solo dar, es comprender... es mirar a los demás con ojos de madre, es que nuestro corazón justifique a los demás siempre.
Recuerdo que en una ocasión de pequeña le pregunté a mi madre: “Mamá, a quien quieres más, ¿a papá o a mi?” y ella me respondió decidida: “A los dos os quiero igual pero son amores diferentes”.
En realidad ella ya lo entendía. Nos amaba por completo a ambos. Pero eran amores diferentes. Completos cada uno y por eso no se podían graduar, por eso no se podían comparar.
Y yo quiero querer así, como una madre, a todos. Que haya amores diferentes pero nunca incompletos, nunca graduados. Y por supuesto, quiero que me quieran así, como una madre: por lo que soy, de forma completa. No quiero que me quieran mucho, quiero que me quieran. Que me quieran todo.
"Nada hay más perfecto que el amor
Aunque hablara todas las lenguas de los hombres y de los ángeles, si me falta el amor sería como bronce que resuena o campana que retiñe.
Aunque tuviera el don de profecía y descubriera todos los misterios y la ciencia entera, aunque tuviera tanta fe como para trasladar montes, si me falta el amor nada soy.
Aunque repartiera todo lo que poseo e incluso sacrificara mi cuerpo, pero gloriarme, si no tengo amor, de nada me sirve.
El amor es paciente y muestra comprensión. El amor no tiene celos, no aparenta ni se infla.
No actúa con bajeza ni busca su propio interés, no se deja llevar por la ira y olvida lo malo.
No se alegra de lo injusto, sino que se goza en la verdad.
Perdura a pesar de todo, lo cree todo, lo espera todo y lo soporta todo.
El amor nunca pasará. Las profecías perderán su razón de ser, callarán las lenguas y ya no servirá el saber más elevado.
Porque este saber queda muy imperfecto, y nuestras profecías también son algo muy limitado;
y cuando llegue lo perfecto, lo que es limitado desaparecerá.
Cuando era niño, hablaba como niño, pensaba y razonaba como niño. Pero cuando me hice hombre, dejé de lado las cosas de niño.
Así también en el momento presente vemos las cosas como en un espejo, confusamente, pero entonces las veremos cara a cara. Ahora conozco en parte, pero entonces conoceré como soy conocido.
Ahora, pues, son válidas la fe, la esperanza y el amor; las tres, pero la mayor de estas tres es el amor."
Ningún otro discurso me ha emocionado tanto en mucho tiempo como el que ha dado en los Goya Jesús Vidal. Excepcional muestra de lo mejor de un ser humano, excepcional muestra de lo que es amar.
"...me enseñaste a ver la vida con los ojos de la inteligencia y del corazón... mamá, ¡te quiero todo!"
"queridos padres, yo sí quiero tener un hijo como yo porque he tenido unos padres como vosotros.”
Que aprendamos todos a amar como madres… Que no queramos mucho, que queramos todo.
Carla Restoy
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